Cubagua y Nueva Cádiz: la primera ciudad

Germán Jiménez

Autor

Mujer con vestido blanco y un collar de perlas, pienl trigueña, que representa a la mujer que vieron los españoles en la Isla de Cubagua. Creada con la AI Leonardo.

Apóyanos en Patreon

Únete a nuestra comunidad en Patreon y apóyanos suscribiéndote. Tan solo $3 mensuales nos ayuda a mantener este proyecto.

Cubagua, conocida como Cua Hua por los Guaiqueríes, es una isla que albergó la creación de la primera ciudad hispana en Suramérica, si bien fue posterior a la ciudad prehispánica del Cuzco. Esta isla se ubica en la región nororiental de Venezuela, a una distancia de 8 kilómetros de la Isla de Margarita.

Se trata de una isla desértica, carente de fuentes de agua potable y con una vegetación escasa y espinosa. Juan de Castellanos, reconocido como el poeta de Cubagua, la describió de la siguiente manera:

«La Isla de Cubagua… aunque es estéril y pequeña, sin recurso de río, ni de fuente, sin árbol, y sin rama para leña, sino cardos y espinas solamente; sus faltas enmendó naturaleza con una prosperísima riqueza».

Juan de Castellanos.

Descubrieron Cubagua

Tras cruzar la península de Paria, lugar que daría origen al curioso término «Tierra de Gracia», el Almirante Colón descubrió la Isla de Cubagua durante su tercer viaje al Nuevo Mundo el 15 de agosto de 1498. Según relatos de Oviedo y Baños, ordenó a unos marineros dirigirse en una barca hacia una canoa donde los aborígenes estaban pescando. Fue en este momento que avistaron a una mujer y, más allá de la mujer misma, quedaron maravillados por lo que llevaba en su cuello: un collar elaborado con hilos de aljófar y perlas. Los marineros, utilizando un plato de barro procedente de Valencia o Málaga —conocido por ambos nombres—, recogieron uno de estos collares y se lo presentaron al almirante.

Basado en los relatos de los cronistas e historiadores, en ese momento, Colón, al que Oviedo y Baños se refiere como «el Almirante», comprendió la gran oportunidad y peligro que implicaban esas perlas. La codicia desencadenada por este descubrimiento determinaría el futuro de lo que luego se conocería como Nueva Cádiz.

Un avance sin precedente

Como resultado de las perlas, la Isla se transformó en la primera ciudad del sur de América en tan solo 30 años. En aquel tiempo, las perlas tenían un valor superior al oro, y el hecho de que el Imperio Español hubiera descubierto estos tesoros implicaba algo que no podía pasarse por alto. Ahora, el Imperio español podía rivalizar con los depósitos de perlas del Mar Rojo y Ceilán. La perla proporcionó el impulso necesario para acelerar el establecimiento del Imperio español en el Nuevo Mundo.

De acuerdo con las descripciones de Juan de Castellanos y De las Casas, se erigieron edificios utilizando piedra, adobe y tapia, este último material posteriormente dio paso al bahareque.

En la isla de Cubagua se funda Nueva Cádiz

El 13 de septiembre de 1528, la Villa de Santiago de Cubagua fue elevada al rango de ciudad y su nombre fue cambiado a Nueva Cádiz. A nivel comercial, esta ciudad no estaba subordinada a La Española; tenía la autonomía para negociar directamente con Castilla. No obstante, en aspectos administrativos, políticos y eclesiásticos, seguía bajo la jurisdicción de La Española.

De esta ciudad emanaron las primeras ordenanzas, que abordaban la limpieza de playas y calles, la prohibición de arrojar al mar los cadáveres de los esclavos y la fijación del precio y tamaño de las hogazas de pan.

Además, en Nueva Cádiz se llevó a cabo la primera corrida de toros registrada en Suramérica, con motivo del nacimiento del príncipe Felipe I.

Cómo era Nueva Cádiz

De acuerdo a los descubrimientos realizados en las ruinas de Nueva Cádiz, la ciudad tenía una disposición en forma de «L», compuesta por cinco calles cortas y dos calles largas. En el corazón de esta trama urbana se encontraba la plaza mayor. Al norte se ubicaba la Iglesia Mayor de Santiago, mientras que al sur se erigía el edificio del ayuntamiento. En las inmediaciones de la Iglesia Mayor, se ha constatado la existencia de un cementerio.

La ciudad ostentaba un fortín, un mercado y un barrio residencial que albergaba a los comerciantes, propietarios de esclavos y líderes de la vida urbana. Dos hornos de cal operaban en la localidad, y en el ayuntamiento se encontraba una prisión.

Sin duda, el edificio de mayor relevancia era el convento de San Francisco. Este recinto contaba con una capilla, un campanario y un altar menor. Además de las habitaciones, posiblemente destinadas a los frailes o a reuniones, se identificaba un espacio vacío que bien podría haber sido un jardín. Al parecer, en la zona norte del convento podría haber existido un huerto o un corral para animales.

Una ciudad blanca

Los investigadores arqueológicos sugieren que la inspiración detrás de la ciudad podría haber sido más la nostalgia que el simple nombre. Nueva Cádiz probablemente se concibió como una urbe de estilo mediterráneo, reflejando una afinidad con Cádiz en España.

Las construcciones aparentemente se encontraban enlucidas con estuco blanco, el cual se elaboraba a partir de corales de la playa que se trituraban y después se calcinaban en hornos de cal. Posteriormente, se mezclaban con arena, y en algunos casos posiblemente con el polvo blanco conocido como «blanco España».

El pavimento de las calles muy posiblemente estaba compuesto por conchas de nácar extraídas de las ostras, así como perlas trituradas, que se esparcían sobre la superficie de las calles.

Los habitantes

En su época de mayor relevancia, la ciudad albergaba alrededor de 1000 habitantes, de los cuales aproximadamente un tercio eran españoles, mientras que el resto estaba compuesto por aborígenes y africanos. La comunidad española estaba segmentada en dos grupos: los grandes comerciantes propietarios de esclavos y barcos, y los pequeños comerciantes y artesanos.

Casabe y vino

Fue en medio de las adversas condiciones de la Isla de Cubagua donde se afirma que se originó la práctica culinaria de consumir casabe y vino, una tradición arraigada en la dieta tanto de los españoles como de los aborígenes. A pesar de parecer un aspecto trivial, esta costumbre marca el inicio de una de las tradiciones que en la actualidad forma parte integral de la identidad venezolana.

La batalla entre frailes y comerciantes en defensa de los aborígenes

Una de las graves distorsiones que afecta la percepción del papel de la Iglesia Católica en este contexto es la falta de reconocimiento de sus acciones. Si no hubiera sido por los misioneros, como Bartolomé de las Casas, quien residió brevemente en la ciudad de Nueva Cádiz, no tendríamos constancia del trato abusivo de los españoles hacia los habitantes originarios de la isla. Esta narrativa también es respaldada por el cronista Oviedo y Baños.

Este proceso de establecimiento y explotación de las perlas llevó a los individuos de esa época, especialmente a los religiosos, a reflexionar sobre la esclavitud, los derechos humanos, sin importar si eran o no seguidores del catolicismo, así como sobre el alma, la crueldad y la avaricia de los comerciantes.

El declive de Cubagua y la primera ciudad

Uno de los desafíos fundamentales que enfrentaba la Isla de Cubagua era su dependencia en términos de abastecimiento, ya que tenía que recurrir a Puerto Rico y Santo Domingo para importar alimentos. Apenas la pesca y algunas carnes se podían obtener de la Isla de Margarita.

No obstante, hacia el año 1532, debido a la explotación intensiva de las perlas, estas comenzaron a agotarse progresivamente. A pesar de la implementación de vedas destinadas a preservar la reproducción de las perlas, como lo ordenaban las cortes, estas regulaciones se ignoraron en gran medida.

Los habitantes de Cubagua, conocidos como los «tiranos de las perlas», empezaron a migrar hacia Margarita y el Cabo de la Vela. Para el año 1539, apenas quedaban escasos habitantes en la isla, marcando el declive de lo que había sido un centro de gran actividad.

La tragedia azotó la isla

No solo fue suficiente la desaparición de las perlas y la pérdida de vidas humanas en la pesca de las mismas, sino que también la naturaleza se convirtió en un factor crucial, un posible castigo divino, cuando un huracán y un maremoto asolaron las edificaciones existentes.

Lo poco que había sobrevivido hasta 1543 fue arrasado nuevamente, esta vez por piratas franceses, quienes asestaron el golpe final a la primera ciudad española en el sur de América.

Con el paso del tiempo, ha surgido un mito que sugiere la existencia de una ciudad sumergida bajo las aguas de Cubagua, pero las pruebas de esto son escasas, limitándose a un muelle y algunas estructuras que se han hallado.

Perduraron a la extinción de Nueva Cádiz algunas de sus obras de arte más importantes: el escudo esculpido en piedra del Ayuntamiento, el escudo esculpido en piedra del Convento de San Francisco, las gárgolas y los capiteles de dicho Convento, y el escudo de los Reyes Católicos.

Lamentablemente, las ruinas de Nueva Cádiz han sido insuficientemente valoradas por su significado histórico. A pesar de tener potencial para convertirse en un atractivo turístico y arqueológico, la evidencia de su existencia se desvanece cada vez más debido al abandono. En un panorama en el que abundan las organizaciones no gubernamentales centradas en temas cuestionables, son escasos los esfuerzos para preservar la memoria histórica.

El primer barril de Petróleo

Es curioso que el primer barril de petróleo que sale de Venezuela, lo hace de Nueva Cádiz. Francisco de Castellanos, tesorero de Nueva Cádiz, envió desde Venezuela un barril de petróleo al rey de España, Carlos V. como muestra, y para supuestamente, aliviar la gota. En 1539, descubren el «licor viscoso», que describen como un aceite de olor desagradable que fluye junto al mar. Los aborígenes le daban diversos usos: para calafatear, proteger ciertos enseres, hacer luz, quemándolo y en aplicaciones con fines medicinales. Los aborígenes llamaron Mene al petróleo, y Oviedo y Baños lo llamó «Stercus daemonii«.

Tierra de gracia, perlas y petróleo

En Nueva Cádiz, tenemos la primera referencia histórica de como la codicia, y la extracción de materia prima, para el comercio y el enriquecimiento, sin la visión de cultivar y hacer crecer la riqueza, una ciudad desaparece tan rápido como nace.

Sobre los terribles abusos que vivieron los aborígenes, la Corona intentó frenar aquella codicia, pero la distancia y la época impidió que aquella intención fuese más que letra muerta. Hay una interesante reflexión que hace Arístides Rojas:

La tierra de gracia es un engaño histórico, no hay tierra de gracia, sin las personas que la transforman y le dan esa gracia. Si nuestro paso es el de extraer de la tierra, y no de cultivar la riqueza, si no aprendemos de la historia, estaremos condenados a vivir el destino de la primera ciudad de Venezuela.

Fuentes

El Surgimiento Del Conflicto Por La Renta Del Petróleo Preámbulo Histórico A La Coyuntura Actual (1917 a 1936) Ramírez Vera, Douglas C

Investigaciones arqueológicas y reflexiones sobre Venezuela. Armand, Jorge.

Historia de la provincia de Venezuela. Oviedo y Baños.

Orígenes Venezolanos, Rojas, Arístides.

Imagen creada para la portada con la inteligencia artificial Leonardo.

Más para leer

Redes sociales

Más para leer