El periodista Óscar Yáñez nos dejó un legado de conocimiento histórico, proveniente de la historia contada y transmitida a través de la palabra. Conozcamos un poco sobre un carricito que, siendo muy pequeño, decidió tomar un arma e irse a luchar con los adultos.
El niño y el general
El general liberal, Manuel Borrego, recibió desde pequeño a Joaquín, un pequeño temerario, que lo acompañaba a donde fuese. Cuenta Yánez, que un día iban galopando Borrego y un joven, el primero en su caballo, y el segundo en un burro.
El jovencito le preguntó a Borrego «Mi general, ¿Usted me puede dar un chopito?» a lo que el general estupefacto le respondió «¿Y un «chopito», para qué, muchacho?», «Para cuidarlo a usted, porque usted me ha contratado para que yo lo cuide».
Ante esto, Borrego le aseguró al joven, que al volver a casa, le iba a dar un chopo, pero que no lo podía disparar, a lo que Joaquín asintió. Al llegar a la casa, el general ordenó a la servidumbre que le prepararan una escopeta, le recortaran el cañón, le colocaran cuatro proyectiles y se la dieran a Joaquín. Luego Borrego le recordó al joven que no debía usarlo.
¿Yo no lo le advertí que se quedara quieto?
Al día siguiente, Borrego y el joven salieron a buscar a los revolucionarios, pero cayeron en una emboscada del Gobierno. El general le dijo al muchachito que se escondiera detrás de una mata y se fue a hacer frente contra su enemigo.
A poco tiempo de irse al frente, sintió que alguien a su lado también estaba disparando. Era el joven Joaquín que «echaba plomo». Ante esto, Borrego exclamó «¿Yo no le advertí que se quedara quieto? ¡Deje de disparar!» ante la orden de Borrego, el joven respondió «No, porque yo lo estoy cuidando»
Aquel día fue cuando Borrego dijo «Carajo, este carricito es un hombre». Y ese carricito, al pasar los años se transformó en presidente de la República. Ese carricito era Joaquín Crespo.
Fuente
Yánez, Óscar. ¡Así son las cosas! Intimidades de los presidentes. Historias, calumnias y chismes. Editorial Planeta.