8 Datos sobre el Centauro José Antonio Páez

Si quieres recibir nuestros artículos más recientes suscríbete aquí De Páez conocemos su valentía y virtud para la guerra, pero poco se habla de su vida al culminar la guerra emancipadora. El Centauro fundó nuestra República y se transformó en el primer presidente posterior a Colombia, la grande. Por ser un hombre de guerra tuvo que controlar ese ímpetu que lo caracterizaba, para transformarse en un hombre de Estado, entendiendo que su lanza no podría controlar y dirigir en tiempos de paz. Todo lo que resolvía con su fuerza, ahora lo tenía que hacer con prudencia, bajo el respeto a las leyes y las opiniones de quienes lo rodean. A diferencia de muchos de los gobernantes futuros, quienes se hubiesen ofendido por tener que ubicarse en sumisión ante la ley, Páez, sin orgullo, aceptó su designio en gran parte de su tiempo en el poder. A continuación 8 datos que quizás no conocían del León de Payara. Tuvo que soportar los ataques de la prensa, siendo él y Soublette llamados ladrones y viejos. En respuesta la Gaceta oficial responde que  «hasta los excesos de la prensa deben ser acatados, porque ella es de ordinario el órgano genuino de la opinión». En una oportunidad se molestó con los regidores del Cabildo de Puerto Cabello y les ofreció patadas, usando expresiones indecorosas que los agraviados citaron textualmente en juicio público. En vez de apelar a su orgullo, el señor de los llanos se retracto, también en público. Una ocasión se presentó en uniforme militar a una reunión de ganaderos y uno de los participantes le advirtió que «no se iba a pelear» ni se trataba de una ceremonia oficial, que hubiera podido ir con otro traje. Páez aceptó la observación. A Santos Michelena, su ministro de Hacienda, le pidió un adelanto sobre su sueldo de Presidente, pero este le contestó que debía esperar algunos días para facilitarle ese dinero porque del Tesoro Público no estaba autorizado a prestarlo, cosa que aceptó. Estando prohibido los juegos de azar, el León de Payara no podía evitar participar en ellos. Un día se organizó una «coleada de novillos» y el Catire pensaba participar. Sin embargo no se había otorgado el permiso de la Municipalidad y llegado el momento los Alcaldes prohibieron el festejo. Páez se sometió. Cagigal, quien ejercía de profesor en la Academia de matemáticas, escribió un artículo para la prensa que molestó a Páez. Al tener la Academia carácter militar, y Cagigal era Comandante, el Centauro decidió destituirlo de su cátedra. Las autoridades universitarias abogaron por Cagigal, diciendo que un cargo provisto por el Congreso no podía ser sustituido por disposición del Presidente. Páez acató la argumentación y en la Gaceta salió anunciada la anulación de la destitución. Sobre Cagigal demostró que no era de guardar rencores por nimiedades y cuando este enfermó Páez lo nombró en un cargo diplomático en Europa para que intentara recuperarse. El escritor francés Martín Maillefer, vino a Venezuela en 1825 y de sus escritos dejó para el recuerdo un retrato de la realidad de entonces y de lo que representaba Páez: «Nube de salvajes llaneros, especie de centauros, nacidos del limo del Orinoco, para quienes una ciudad es cosa nueva y que miran con desprecio ese pueblo bípedo de artesanos y mercachifles… A la cabeza de su Estado Mayor, se dirigió Páez a la Catedral. Era otro hombre: las botas de montar, el uniforme soberbio, resplandeciente de condecoraciones, el penacho ondeante sobre su sombrero galoneado, le daban el aspecto de un Mariscal de Francia. Marchaba gallardamente diez pasos delante de su comitiva. Nunca he visto figura militar más hermosa». Si quieres recibir nuestros artículos más recientes suscríbete aquí

La batalla de Páez y Cisneros

Si logro que el indio se ponga zapatos, decia yo á mis amigos, la cuestión está decidida á favor nuestro. La resistencia realista, posterior a la batalla de Carabobo, se mantuvo durante un tiempo. En la zona de los Valles del Tuy con frontera con el llano de Guárico, en lo alto de Guatopo, estuvo asentado un grupo realista dirigido por Dionisio Ramón del Carmen Cisneros Guevara.  Entre 1821 y 1832 se dedicó al pillaje, secuestro y cobro de “vacuna” en nombre del Rey Fernando VII, desconociendo al gobierno de Colombia, la grande, representado en el Departamento de Venezuela por el General José Antonio Páez. Este grupo realista represento un problema para la producción agropecuaria de la región, por lo que Páez, el Taita, tuvo que confrontarlo. El guerrillero realista El Arzobispo de Caracas se queja ante el León de Payara, por la situación que se vive. Se había detenido la producción de maíz con lo que se hacía las arepas, los campos tuyeros estaban abandonados y había escasez de alimentos. » Mira que yo á virtud de lo que me dijiste, estoy pastoreando á Cisneros ; mucho desconfío de la empresa, porque no tenemos quien puede inspirarle á él confianza ; pero por último se hacen las tentativas, y si se logra el golpe son inmensos los bienes que^resultan, porque ya hasta la falta de maíz aprieta.» Páez, en septiembre del año 30, decide enviar al General Felipe Macero para que acabe con Cisneros, pero este era muy escurridizo. A pesar de no dar con él, logra capturar al hijo de Cisneros. Ya, con una gran cantidad de recursos perdidos en la caza del realista, $60.000 según indica el mismo páez en su autobiografía, el Taita decidió usar una estrategia diferente a la fuerza para enfrentar al aguerrido Dionisio, a través de su hijo. Lo vistió y le dio zapatos, lo que significaba un ascenso social; lo colocó en un colegio y le dio su protección. Le escribió para indicarle el vínculo que había contraído, y aunque no fuese acorde con su carácter, la respuesta fue de Dionisio fue favorable. Cuando se bautiza, se convierte en el padrino del niño, generando un lazo de compadrazgo con Dionisio. La estrategia apuntaba a que, siendo católico, no pudiera obviar el lazo de compadre creado por el General. «…no estoy cansado ni me cansaré nunca de servir á Dios, soy oficial del rey, se lo que es honor, y no faltaré jamas á mi palabra.» Fue la respuesta de aquel difícil realista, en su resistencia contra los patriotas. El Presidente Páez viaja a la hacienda Súcuta, propiedad del Marqués del Toro, en 1831 y ahí se instala lo más cerca a Ocumare. Organiza grandes «saraos» donde se toca, se canta y se baila el «Carrizo»  antecedente del joropo tuyero. Se elaboraban sancochos, carne asada, hayacas y  todo regado con  aguardiente de caña. Así le hace llegar un mensaje a Cisneros, “El Presidente Páez, el taita, quiere una entrevista para buscar la paz”. Además pide un indulto para Cisneros en cuya carta expresa lo siguiente: He recibido el oficio de V. S. del 22 del mes próximo pasado en que acompañándome la carta que me dirijió el faccioso Cisneros, me informa que el Gobierno usando de la atribu cion 11a del art. 118 de la constitucion, con acuerdo del Consejo está pronto á conceder indulto al expresado Cis neros siempre que se’ someta á la Constitucion y leyes del Estado, ó pasaporte para ultramar si prefiere salir de Vene zuela, y que se me autoriza para contestarle ofreciéndole uno y otro recurso, entrambos con plena seguridad. La reduccion de Cisneros á la vida civilizada, despues de haber andado errante en los bosques por muchos años, es en mi concepto obra mas difícil de lo que parece. Si en estos momentos en que él ofrece abandonar sus guaridas se le habla de sometimiento á la Constitucion y á las leyes, el recuerdo de sus atentados anteriores puede inspirarle temor, y retraerle de su voluntario ofrecimiento : él está acostum brado á vivir segun sus caprichos, á gobernar por ellos, y á ser obedecido sin excusas : su sometimiento entero á las leyes debiera segun mis ideas ser mas bien la obra del tiem po que de la violencia. (…) Sin exijirle el expreso sometimiento á la Constitucion ni á las leyes si él lo resiste, se podria convenir, en que renuncie á las hostilidades ofreciéndole que no se le perseguirá, y que puede trabajar con entera seguridad de su persona, y de dis frutar de sus cosechas vendiéndolas á quien le parezca. Toda vía mas ; como el Gobierno puede disponer de cierta cantidad para gastos extraordinarios, seria esta buena ocasion de dar le algun dinero para principio de su labranza y hacerle fijar su atencion á un terreno, criar amor á la propiedad, y placer en la conveniencia. Entonces él se convenceria de que le es mucho mas útil y aun necesario someterse á la Constitu cion, y tener la proteccion del Gobierno, que eátar privado de esta.   El encuentro En el Lagartijo al sur del rio Tuy se emplaza el General Páez acompañado de dos edecanes y un antiguo lancero llanero que la acompañaba desde 1819. Páez ordena al lancero que anuncie su llegada a Dionisio Cisneros. El lancero sube a una roca  donde se hallaba atrincherado con más de doscientos hombres armados con trabucos, pistolas y machetes. A la media hora  regresa  y le informa a Páez de la situación altamente peligrosa  — General, no suba usted allá; porque encontraría 200 bandidos armados de pies a cabeza que lo esperan para asesinarle, pues el jefe me ha dicho con una sonrisa horrible que será usted recibido como se merece. — Pues bien, espérame aquí, y ustedes tres (dijo volviéndose a sus dos edecanes) si no vuelvo antes de puesto el sol digan a Venezuela, que he muerto en su servicio. El Centauro de los llanos asume el reto, sabe que estos sujetos, por más que sirvan a Cisneros,  admiran a los hombres