Si logro que el indio se ponga zapatos, decia yo á mis amigos, la cuestión está decidida á favor nuestro.
La resistencia realista, posterior a la batalla de Carabobo, se mantuvo durante un tiempo. En la zona de los Valles del Tuy con frontera con el llano de Guárico, en lo alto de Guatopo, estuvo asentado un grupo realista dirigido por Dionisio Ramón del Carmen Cisneros Guevara. Entre 1821 y 1832 se dedicó al pillaje, secuestro y cobro de “vacuna” en nombre del Rey Fernando VII, desconociendo al gobierno de Colombia, la grande, representado en el Departamento de Venezuela por el General José Antonio Páez. Este grupo realista represento un problema para la producción agropecuaria de la región, por lo que Páez, el Taita, tuvo que confrontarlo.
El guerrillero realista
El Arzobispo de Caracas se queja ante el León de Payara, por la situación que se vive. Se había detenido la producción de maíz con lo que se hacía las arepas, los campos tuyeros estaban abandonados y había escasez de alimentos.
» Mira que yo á virtud de lo que me dijiste, estoy pastoreando á Cisneros ; mucho desconfío de la empresa, porque no tenemos quien puede inspirarle á él confianza ; pero por último se hacen las tentativas, y si se logra el golpe son inmensos los bienes que^resultan, porque ya hasta la falta de maíz aprieta.»
Páez, en septiembre del año 30, decide enviar al General Felipe Macero para que acabe con Cisneros, pero este era muy escurridizo. A pesar de no dar con él, logra capturar al hijo de Cisneros.
Ya, con una gran cantidad de recursos perdidos en la caza del realista, $60.000 según indica el mismo páez en su autobiografía, el Taita decidió usar una estrategia diferente a la fuerza para enfrentar al aguerrido Dionisio, a través de su hijo. Lo vistió y le dio zapatos, lo que significaba un ascenso social; lo colocó en un colegio y le dio su protección. Le escribió para indicarle el vínculo que había contraído, y aunque no fuese acorde con su carácter, la respuesta fue de Dionisio fue favorable. Cuando se bautiza, se convierte en el padrino del niño, generando un lazo de compadrazgo con Dionisio. La estrategia apuntaba a que, siendo católico, no pudiera obviar el lazo de compadre creado por el General.
«…no estoy cansado ni me cansaré nunca de servir á Dios, soy oficial del rey, se lo que es honor, y no faltaré jamas á mi palabra.»
Fue la respuesta de aquel difícil realista, en su resistencia contra los patriotas.
El Presidente Páez viaja a la hacienda Súcuta, propiedad del Marqués del Toro, en 1831 y ahí se instala lo más cerca a Ocumare. Organiza grandes «saraos» donde se toca, se canta y se baila el «Carrizo» antecedente del joropo tuyero. Se elaboraban sancochos, carne asada, hayacas y todo regado con aguardiente de caña. Así le hace llegar un mensaje a Cisneros, “El Presidente Páez, el taita, quiere una entrevista para buscar la paz”. Además pide un indulto para Cisneros en cuya carta expresa lo siguiente:
He recibido el oficio de V. S. del 22 del mes próximo pasado en que acompañándome la carta que me dirijió el faccioso Cisneros, me informa que el Gobierno usando de la atribu cion 11a del art. 118 de la constitucion, con acuerdo del Consejo está pronto á conceder indulto al expresado Cis neros siempre que se’ someta á la Constitucion y leyes del Estado, ó pasaporte para ultramar si prefiere salir de Vene zuela, y que se me autoriza para contestarle ofreciéndole uno y otro recurso, entrambos con plena seguridad.
La reduccion de Cisneros á la vida civilizada, despues de haber andado errante en los bosques por muchos años, es en mi concepto obra mas difícil de lo que parece. Si en estos momentos en que él ofrece abandonar sus guaridas se le habla de sometimiento á la Constitucion y á las leyes, el recuerdo de sus atentados anteriores puede inspirarle temor, y retraerle de su voluntario ofrecimiento : él está acostum brado á vivir segun sus caprichos, á gobernar por ellos, y á ser obedecido sin excusas : su sometimiento entero á las leyes debiera segun mis ideas ser mas bien la obra del tiem po que de la violencia.
(…) Sin exijirle el expreso sometimiento á la Constitucion ni á las leyes si él lo resiste, se podria convenir, en que renuncie á las hostilidades ofreciéndole que no se le perseguirá, y que puede trabajar con entera seguridad de su persona, y de dis frutar de sus cosechas vendiéndolas á quien le parezca. Toda vía mas ; como el Gobierno puede disponer de cierta cantidad para gastos extraordinarios, seria esta buena ocasion de dar le algun dinero para principio de su labranza y hacerle fijar su atencion á un terreno, criar amor á la propiedad, y placer en la conveniencia. Entonces él se convenceria de que le es mucho mas útil y aun necesario someterse á la Constitu cion, y tener la proteccion del Gobierno, que eátar privado de esta.
El encuentro
En el Lagartijo al sur del rio Tuy se emplaza el General Páez acompañado de dos edecanes y un antiguo lancero llanero que la acompañaba desde 1819. Páez ordena al lancero que anuncie su llegada a Dionisio Cisneros. El lancero sube a una roca donde se hallaba atrincherado con más de doscientos hombres armados con trabucos, pistolas y machetes. A la media hora regresa y le informa a Páez de la situación altamente peligrosa
— General, no suba usted allá; porque encontraría 200 bandidos armados de pies a cabeza que lo esperan para asesinarle, pues el jefe me ha dicho con una sonrisa horrible que será usted recibido como se merece.
— Pues bien, espérame aquí, y ustedes tres (dijo volviéndose a sus dos edecanes) si no vuelvo antes de puesto el sol digan a Venezuela, que he muerto en su servicio.
El Centauro de los llanos asume el reto, sabe que estos sujetos, por más que sirvan a Cisneros, admiran a los hombres valientes. Sube la cuesta y del monte salen más de 200 hombres armados, dispuestos a poner fin a su vida. Al fondo está Cisneros, alto, fornido, con rasgos mestizos, portando en su mano una carabina de dos cañones y en el cinto dos pistolas.
— Páez, le dijo desde que vi asomar al Presidente, ¿cómo te atreves a subir hasta aquí ? Qué vienes a hacer en medio de tus más encarnizados enemigos ?— afirma temerario, Cisneros—.
—Vengo solamente a entenderme contigo para poner término a la guerra de exterminación que ha asolado hasta ahora a nuestra patria.— responde Páez firme, sin titubear—.
—¡No hay guerra inútil cuando se lucha por Dios y Su Majestad, a quienes soy fiel hasta el final!
—¡Tu ves! Con mis hombres puedo luchar contra tus ejércitos, no les temo. Te he obligado a venir hasta acá y ahora te puedo fusilar en menos de lo canta un gallo, quiero que veas la habilidad de mis hombres con las armas.
El Taita sabe que debe seguir firme a su estrategia, de lo contrario, no podrá dominar al caudillo realista. Estaba convencido de que su muerte estaba decretada, mas no vaciló en responder al reto sangriento. Los hombres de Cisneros cargan las baquetas y se escucha el grito de Cisneros.
—¡Fuego!
Las balas rosan al gran General Patriota, presidente de la República y héroe fundador de la nación. Cisneros, sorprendido por la valentía de aquel hombre no puede más que admirarlo. Antes de disparar dio seña a sus hombres de que dispararan sobre su cabeza y aún así el Taita no pestañeó.
—¡Me has vencido! le dice entonces, Cisneros, de aquí en adelante cuenta conmigo vivo o muerto!— exclamó el realista al ver a Páez firme.
El Taita regresa, así, victorioso y Cisneros es honrado con el grado de Coronel. Cuándo el Taita llegó con el realista y se encontró con el General Ortega, este le dijo a Páez «General, ya’ el indio dejó caer la oreja.» Dionisio siempre estuvo al margen de la ley, ya que el solo consideraba respeto por su pacto con el León de Payara, no con la República que desplazó al Imperio español de América. El coronel Stoppford le decía al Taita:
«La liga que nos une en el día con Cisneros es sola y exclusivamente la persona de V.E., y faltando esta no hemos conseguido nada. Ni respeta nuestro Gobierno ni sus leyes, como él mismo lo da á entender en todas direcciones. En estos puntos él no ha cambiado, y estoy persuadido de que no se someterá jamas á nuestras instituciones sino por las persuasiones de V. E., y por el grande y verdadero amor que le tiene.»
En 1846, Páez se vio obligado a entregar a un consejo de guerra a Dionisio, el cual lo condenó a ser pasado por las armas con aprobación unánime de todos los ciudadanos.
G.J.Jiménez
Fuente Autobiografía de Páez https://tucuy.wordpress.com/2012/09/02/entrevista-del-general-paez-y-jose-dionisio-cisneros-en-el-tuy/