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Antonio José Sucre, el sacerdote guerrero. (Parte1)

Germán Jiménez

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La historia del noble Mariscal de Sucre traspasa fronteras y viaja por toda la América hispana, pero su legado no acabó con su muerte. Uno de sus sobrinos, llamado igual que él, Antonio José de Sucre, fue uno de los personajes más influyentes en la época del Ilustre Americano, Guzmán Blanco. El Arcediano, Antonio José Sucre, no fue un simple sacerdote, llevaba en su sangre la fuerza de sus antepasados que más allá de la Iglesia, también conoció la guerra, el fuego de las ideas y la academia.

El sobrino del Mariscal de Ayacucho

Nace en Cumaná, en el año 1831, Antonio José Sucre, sobrino del Mariscal de Ayacucho, hijo de José Manuel Sucre y María Alcalá. Se cría en un ambiente posterior a Colombia, la grande, rodeado por personas conservadoras que veían la influencia de las ideas liberales. Se crea la Sociedad Económica de Amigos del País, abalada por el Centauro, José Antonio Páez, y se busca empezar a dar forma a una República recién nacida, se respiraban las ideas en el suelo venezolano.

Su familia, mantuana, pertenecía a la llamada Oligarquía Conservadora. Son las ideas liberales en donde la «voluntad privada» debe ser el centro de la economía las ideas que mueven a Antonio José, ideas que estaban en los llamados Conservadores, siguiendo la línea del partido Paecista, mientras estudiaba derecho en la Universidad Central de Venezuela. Es importante entender que las denominaciones para los partidos de entonces, nada tenían que ver con sus ideas, los conservadores proponían un Estado más liberal, mientras que el partido Liberal, promovido por Leocadio Guzmán y Tomás Lander, que se decía Federalista, era en la práctica mucho más centralista.  Para el año 47, vive el cambio que vendrá a generar el Gobierno de los Monagas y su Liberalismo, como ya fue explicado antes.

El 24 de enero de 1848, acompaña a su padrino, José María Rojas al Congreso y vive la mala experiencia de aquel día, la Masacre del Congreso lo que lo lleva a tomar las armas y conocer el arte de la guerra al dar su apoyo a las fuerzas de Páez, lo que provocará su exilio e interrumpirá su educación. Al intentar inscribirse en su último año de derecho canónico, se le niega la matriculación por haber participado en favor de los conservadores. Cinco años después de los hechos del Congreso, Sucre, es capturado en la conspiración contra el gobierno de José Gregorio Monagas, aunque tuvo la suerte de tener por sentencia cuatro años de exilio, producto de una amnistía. 

El Exilio

En principio Sucre y familia viajarían a México, pero la embarcación se queda detenida en Nueva Granada, donde tiene la oportunidad de conocer la situación del país vecino. Mosquera, de influencia liberal, gobierna, aunque ocurre un caso similar al de Venezuela: los llamados liberales que se oponía a Mosquera, los draconianos, no eran tal; mientras, Mosquera pretendía aplicar políticas económicas basado en las corrientes liberales.

Antonio José era un hombre inquieto y al ver la situación de Nueva Granada, decide interrumpir su viaje a México y alistarse en las tropas de Julio Arboleda.

«Lo noble de la causa que tan rudo golpe acaba de recibir, la eminencia misma del peligro y la elocuencia seductora del célebre Arboleda, me decidieron a tomar la espada y alistarme bajo tan simpática bandera, con todo el ardimiento y abnegación que hubiera puesto en defender las libertades de mi propia patria». 

Las tropas rebeldes derrotan a Melo y a Obando, y Sucre es seleccionado para ser carcelero de quién se decía, había conspirado contra la vida de el Mariscal de Ayacucho, su tío, asesinado en Berruecos. Sin embargo, Antonio José, renuncia al ejército.

Junto al Neogranadino, Basilio Cuervo, inician la tarea de dar educación a los niños, primero los de su nueva familia, pero poco a poco se van sumando los de otras familias, fundando el Liceo de Familias durante los años 55 y 56.

«Bendijo el cielo nuestras fatigas y desvelos: bastaron pocos meses para que fuese nuestro colegio el más floreciente de los de su época y para que esta culta capital quedase embelesada por la novedad y esplendor de los trabajos literarios de nuestros alumnos».

Su tiempo en Nueva Granada se vuelve más tranquilo y le da la oportunidad de culminar sus estudios e iniciar un nuevo camino, gracias a su nueva familia, como sacerdote.

El Catolicismo

Sucre inicia no solo su camino como Sacerdote, también el camino de las ideas e inicia dando un discurso donde se refiere a la condición privilegiada de los trabajadores y como fue trastocada por la influencia laica.

«…hombres hai que, extranjeros a las santas máximas del cristianismo, no saben conformarse con las desigualdades que la Providencia ha establecido allá en sus designios inescrutables para conservar el orden i la armonía del universo; buscando una igualdad imposible en esta vida…»

El padre Sucre quería prevenir el odio que había provocado el ascenso de Melo, y confrontaba a la influencia que se alimenta del resentimiento generando lo que hoy conocemos como la lucha de clases. Ya habían pasado unos años del Manifiesto Comunista y el padre ya tenía una postura ante la condición del obrero en la sociedad,

«…consumiéndose en baja i ruin envidia al espectáculo de las comodidades que gozan los opulentos del siglo, quieren trasmitiros su odio i sus malas pasiones… esos tales se apellidan los amigos del pueblo, se jactan de trabajar por vuestra mejora, os prometen con sus declamaciones turbulentas situación más favorable que la que la Providencia os ha deparado i en realidad son los que más los desprecian, los que en menos tienen la dignidad de vuestro estado, pues si no fuera así, por qué empeñarse en inquietaros con comparaciones irritantes entre vuestra pobreza y las comodidades de que son dueños los ricos…»

 

Es esta etapa religiosa en la que promueve se destaca promoviendo ideas entre las juventudes y las clases menos pudientes, protegiendo las instituciones y el orden. Antonio José Sucre se ha ganado al Arzobispo y logra ejercer como vicerrector y rector del seminario conciliar, racionero de la Iglesia Metropolitana de Bogotá y director del periódico El Catolicismo. La dirección del periódico no fue una tarea que quiso realizar, en principio la rechazó pero se le impuso y no pudo resistir más; estaba en una nueva guerra pero esta vez era a través de la prensa y contra el Partido Liberal, que no era liberal como indicamos antes.

El General Pedro Alcántara lanza su candidatura, en el año 60, un hombre masón que había logrado conciliar la partes enfrentadas, pero se encontró con un enemigo cuya influencia posiblemente no esperaba, Sucre destruiría su candidatura en el oficio impreso. La estrategia fue promover a Arboleda como el preferido por el clero, donde firmaba el Arzobispo, lo que generó una reprimenda posterior, al haber ventilado la posición que este había dado al clero.

Esto no detuvo al Prebístero Antonio José Sucre, quien siguió haciendo caso omiso de lo que decía el Arzobispo para arremeter contra los partidos que buscaban imponer las instituciones civiles. Aquel padre tenía la voluntad, no solo de su sangre, también la de otros tiempos de la misma Iglesia. Su destino le aguardaría grandes cambios ante su ardiente llama de batalla, no deseaba la dirección del periódico, pero cada vez que asume una tarea, la lleva hasta lo último.

G.J.Jiménez

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