La primera modernización en Venezuela

Pedro Carrasco Lince

Autor

Guzmán Blanco

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Antes de la Guerra de Independencia en Venezuela, nuestro país tuvo dos etapas históricas que marcaron la evolución cultural: precolombina e hispánica; pero en el devenir
de la joven República hubo un período que perfiló la identidad nacional, bajo el liderazgo del presidente Antonio Guzmán Blanco.

El pasado

Nacido durante el ocaso de la Gran Colombia (1829), el Ilustre Americano creció con la fuerte influencia de su padre, fundador del Partido Liberal (1840) y un vínculo familiar materno, con el Libertador Simón Bolívar; que contribuyeron a una visión aristocrática del poder, en el sentido nietzscheano del Estado ejecutivo (regierungs Staat), con una autoridad fuerte que tiene la capacidad de comandar y requerir obediencia.

Durante la etapa precolombina, la violencia entre los grupos étnicos y luego la época hispánica, con un sistema de castas en el contexto de la Inquisición, cuyo enfoque comercial era el monopolio de la Guipuzcoana; no fueron las condiciones ideales para el desarrollo. La Guerra de Independencia tuvo como prioridad evidente, el triunfo militar que se logró con batallas épicas.

Nuestra separación de la Gran Colombia, por diversos motivos que no se profundizarán en este artículo, generó la necesidad de consolidar el Estado venezolano con autonomía republicana y nacieron las lógicas divisiones internas, en cualquier proceso político tan complejo como ese.

Guzmán Blanco y la modernización

Las causas que generaron la Guerra Federal, entre liberales y conservadores, también son diversas; pero de ese ambiente de anarquía nació el liderazgo de Guzmán Blanco. Después de ganar los rangos militares en batallas, sumada a su formación como abogado (UCV) y la experiencia internacional de diplomático, le permitieron concebir el primer proyecto de modernización, con obras públicas y reformas jurídicas de fondo. Siguiendo la tradición masónica de los próceres, que por su naturaleza secreta no ha podido ser analizada en su magnitud histórica; Guzmán Blanco asumió el liberalismo clásico de la Revolución francesa, como referencia para su gestión. Mediante la demolición o transformación arquitectónica de conventos, seminarios y templos, puso en marcha sus planes de infraestructura.


“Consideramos que su reacción contra la Iglesia, no se originaba en el ateísmo del Presidente, sino que aludía a razones cercanas a aquellas enfrentadas por los déspotas ilustrados (heredadas por el liberalismo), en su censura al dogmatismo” (Elide Rivas. Antonio Guzmán Blanco y la realización constitucional de su régimen: 1870-1877).


        En efecto, el jefe del Estado era un masón providencialista, creyente de la influencia divina como guía sobre las acciones humanas, según la amplia documentación sobre sus cartas y discursos. De este proceso nació el Panteón Nacional, los capitolios de Caracas y Valencia, Teatro Municipal, Templo Masónico, Paseo Guzmán Blanco (El Calvario), Teatro Baralt y la Universidad de Carabobo (paraninfo), entre otras; con estética de influencia neoclásica y laica.

Por su parte, comenzó la ejecución del Ferrocarril Nacional, durante los gobiernos del Ilustre Americano y sucesores del Partido Liberal, donde destaca la gestión de Joaquín Crespo; una obra con diversas líneas que ameritó acuerdos con inversionistas europeos.

Durante el Septenio el arzobispo de Caracas, monseñor Silvestre Guevara y Lira, condicionó la celebración de un Te Deum para conmemorar la Revolución de abril (1870), pidiendo una amnistía general para los derrotados; lo que provocó su expulsión de Venezuela.


“En 1883 se logró armonizar la conciencia cristiana católica con el liberalismo, con el nombramiento de un nuevo arzobispo, esta vez monseñor Ponte, pero sin que la Iglesia recuperara su antigua influencia en la vida política, quedando la clerecía venezolana sometida al poder temporal del Estado” (Elide Rivas. Antonio Guzmán Blanco y la realización constitucional de su régimen: 1870-1877).


De esta época del Quinquenio (segundo gobierno), destacan obras como la Basílica de Santa Teresa, el templo Nuestra Señora de Lourdes (El Calvario) y la Santa Capilla. Pero volviendo al tema del transporte público, el Ferrocarril Nacional fue un proyecto épico por el despliegue de ingenieros, obreros y abogados (en la negociación de acuerdos).


“Es en los dos gobiernos de Guzmán Blanco que se inaugura en 1877 el tramo Tucacas-Aroa del Ferrocarril Bolívar, se firma el polémico contrato con inversionistas británicos para la definitiva construcción del Ferrocarril Caracas-La Guaira, inaugurado en 1883, y se aprueba -también ese año- la ley que garantiza el 7% de interés anual sobre el monto de los capitales invertidos (…) En 1919, según la Memoria del Ministerio de Obras Públicas, la red ferroviaria construida fundamentalmente en esas tres últimas décadas del siglo XIX, contaba con 1.039,4 kilómetros de tendido” (Reinaldo Rojas. Entre rieles, la historia del ferrocarril en Venezuela).


Pero el liberalismo clásico de Guzmán Blanco, más allá del individuo, tenía otros componentes nacionalistas, según la realidad venezolana. Formalizó el culto de Bolívar como base de la tradición, legaliza el canto Gloria al bravo pueblo como himno nacional, establece una Casa de la Moneda con el apellido del Libertador para respaldar el curso legal del dinero y a pesar de una fachada federal, se fortalece la centralización del Estado unitario, que luego será consolidada por Juan Vicente Gómez.

Con la influencia de los rituales masónicos, Guzmán Blanco aprovecha los 100 años del natalicio del Libertador (1883), para mostrar su visión religiosa:


“Esta es la Venezuela, que en la mente del Eterno, debía hacerle la más digna apoteosis al semidiós de Suramérica. Bolívar sobre el Chimborazo, allá en el fondo de los tiempos, mirando hacia el porvenir, lo que contemplaba al cabo de un siglo era esta Patria constituida, organizada y próspera celebrando su Centenario en la inauguración hasta de ferrocarriles, muestra evidente de que entramos ya en los horizontes que ilumina el Sol de la verdadera y grande civilización” (Elías Pino Iturrieta. El divino Bolívar).


De este proceso nace el registro y matrimonio civil, la secularización de los cementerios y el Decreto de Instrucción Pública; con el enfoque de una educación gratuita y obligatoria, donde se concretó la separación total entre Iglesia y Estado.

¿Modernizador o  no?

Los críticos de Guzmán Blanco rechazan su egolatría por la construcción de estatuas personales y la polémica comisión del empréstito en Londres, luego de la Guerra Federal. Personaje controversial, durante su juventud ya mostraba la doctrina providencialista que marcaría su destino. En las exequias masónicas del general en jefe Santiago Mariño, expresó que:


“…orgullo sentimos al pensar que corre por nuestras venas, sangre de esa raza esclarecida, a quien Dios encargó de conquistar uno a uno, los santos derechos del hombre a costa de verdaderos prodigios” (Eliodoro López. Glorias del Ilustre Americano).


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