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Juan Vicente Gómez fue uno de los hombres fuertes de la historia venezolana y el que más duro en el poder. Odiado por la «Generación del 28», forma parte del imaginario nacional como uno de los dictadores militares que gobernó el país, sin embargo, algunos de los que decidieron estudiarlo, posterior a su muerte, han llegado a ver su importancia más allá de las pasiones políticas.
«…si no quieren estudiar, que jalen pico.» Juan Vicente Gómez
Aunque parezca inverosímil, Arturo Uslar Pietri, quien conoció de cerca al dictador andino, en una entrevista televisada con Jorge Olavarría, afirmó que Gómez fue quien dio uno de los primeros pasos para que Venezuela caminara hacia la democracia. Francisco Herrera Luque, quien le dedicó una novela, «La casa del pez que escupe agua», parece llegar a la misma conclusión en sus reflexiones, al afirmar en un ensayo que Gómez pudo elegir a cualquier otro que no fuese López Contreras para sucederlo, pero aún así, su decisión se decantó por él, dando un giro a la línea dura que pudo seguir con «Eustoquio Gómez o Pérez Soto.
«Consciente o inconsciente, Gómez sacó a la generación que había de relevarlo… los puso en contacto con la civilización como si previese que aquella redención de la Venezuela Colonial solo podía lograrse enviando al exterior al mayor número de jóvenes universitarios.» Francisco Herrera Luque
Un dato interesante sobre el dictador es que al morir, su fortuna era de aproximadamente cien millones de bolívares, una cantidad muy grande para aquella Venezuela sin deuda, y toda esa fortuna se encontraba dentro del país. ¿Por qué un hombre como Gómez no envió todo ese dinero a los grandes bancos extranjeros? Es dudoso pensar que pudo ser un descuido que aquel cuantioso tesoro fuese legado al Estado venezolano, a diferencia de los tiranos y demócratas que estuvieron antes y después de él, cuyo dinero reposa lejos del país.
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