Así como el sabio Arístides Rojas cultivó las historias, leyendas y tradiciones de Caracas, Tulio Febres Cordero, su discípulo, lo hizo para Mérida. No solo se trata de un cronista, fue un hombre de leyes, de letras y de educación, tradicionalista y creador incansable, dedicado a su región de origen y a su vez a Venezuela, dejando una amplia obra de identidad nacional.
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La prensa y la ley
Tulio Antonio Febres-Cordero Troconis nació en Mérida el 31 de mayo de 1860, hijo de Foción Febres-Cordero y Georgina Troconis y Andrade, lo que lo hace un hombre de ascendencia mantuana. Sus tíos Favio Febres-Cordero e Indalecia Almarza fueron sus primeros formadores, antes de pasar a la Escuela de varones de Mérida. Estudia en la Universidad de los Andes, continuando sus estudios de Bachiller en Latinidad y Filosofía. Fue muy dado al arte y al oficio artesano, desarrollando la técnica en zapatería, relojería, tipografía, encuadernación, caligrafía, dibujo y pintura. En la universidad andina se va por la carrera de Derecho, graduándose a los 22 años.
A un año de graduarse de la universidad, en 1883, contrae matrimonio con la dama merideña Teresa Carnevali Briceño, hija del italiano José Carnevalli, un comerciante que tras malos momentos de quiebra y ruina, sufrió un ataque cerebral que le acabó el juicio. Con ella tuvo varios hijos.
Aunque su especialidad académica estaba relacionada con las leyes, fueron las letras las que acapararon su atención post universitaria. A los 25 años crea el periódico El Lápiz, y años más tarde, en 1896, funda el Centavo, y en 1902 El Centauro. Su incursión por la prensa no fue casualidad ya que de joven habían incursionado como tipógrafo y tenía conocimientos en aquella industria, al punto de llegar a tener su propia imprenta en la cual ejerció como impresor y tipógrafo. Escribió bajo los seudónimos de Amaury, Roque y Pablo.
Docencia y obra de Febres-Cordero
Gracias a sus grandes virtudes, heredadas del sabio Rojas, se convirtió en profesor de la Universidad de los Andes, catedrático de Historia Universal entre los años 1892 y 1924. Fue nombrado vicerrector interino en 1912 y rector honorario en 1936, por el mismo Presidente de la República de Venezuela, Elezar López Contreras, quien le asignó una pensión, aunque no elevada, bastante justa por sus labores por la nación. Este acto fue criticado por los líderes de los partidos políticos en formación que venían de la generación del 28, como oposición de Juan Vicente Gómez, y repitieron en actos subversivos.
Llegó a recibir múltiples honores gracias a sus múltiples facetas, como:
- Miembro de la Academia latina de Ciencias, Artes y Bellas Letras de París (1912).
- Medalla de Instrucción Pública.
- Orden del Libertador con el grado de Comendador.
- Gran Cruz de Caballero Pontificio de Su Santidad León XIII.
Entre sus obras destacan sus trabajos como cronista de Mérida, su estudio etnográfico sobre una raza matriz de nativos americanos, trabajos sobre Colón, mitos andinos, anéctodas de la independencia recogidas de archivos o por tradición oral, entre otras. Fue uno de los literatos que no llegó a salir nunca del país, sus áreas de conocimiento abarcaron la teología, la literatura, historia, leyes, prensa y lingüística.
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Fuentes
Historia de Mérida, Carlos Chalbaud Zerpa. Enciclopedia de Venezuela, Tomo VII, leyendas y tradiciones. Wikipedia.