Muchos recuerdan como el primer antecedente de una rebelión contra la corona española, la de Gual y España. Sin embargo, hubo sucesos anteriores a esta, como lo fueron las rebeliones del negro Miguel, la de Andresote en el año 1732, la capitaneada por José Leonardo Chirinos en 1795 y las conspiraciones de 1798.
El virrey de Nueva Granada, Ezpeleta, escribía que «Los hechos, la experiencia misma están demostrando que los naturales sacudirán sin reparo con el yugo con que se consideran oprimidos a la primera ocasión favorable que se les presente» y aquella deducción fue cobrando forma en los años siguientes en la América hispana.
Inicialmente, parecía que eran los pardos los que buscarían acabar con aquel sistema, pero es aquí donde la revolución de Gual y España cobra fuerza: las ideas de independencia estaban penetrando en los mantuanos.
La caída de Trinidad
Para dominar el Orinoco y el comercio de Tierra Firme, los ingleses ocuparon Trinidad. Sir Henry Harvey contó con una ventaja tan grande que el Gobernador Brigadier Chacón no pudo evitar la pérdida. Los nuevos ocupantes mantuvieron las leyes y costumbres hispanas para lograr la sumisión requerida de los habitantes.
Este punto estratégico se transformó en uno de los frentes donde se formarían muchos de los conspiradores y las conspiraciones.
Consecuencias de San Blas
Mientras en el Nuevo Mundo se daban conspiraciones, el Viejo no se quedaba atrás. La conspiración de San Blas, en aquella tierra tan lejana, se conectará de forma inesperada con la americana. Aquella acción inspirada en los hechos de Francia tendría influencia en las mentes americanas.
Varios de los conspiradores fueron enviados a las bovedas de La Guaira. Entre ellos estaba Picornell, y junto a sus compañeros, lograron cierto favor de las autoridades. Esto les permitió iniciar una labor de difusión de las ideas francesas que inspiraron San Blas. Para mediados de 1797, los prisioneros se fugaron a las Antillas, donde aumentaron su influencia en la región.
La Revolución descubierta: Gual y España
«Viva nuestro pueblo, viva la igualdad, la ley, la justicia y la libertad»
Para hablar de la rebelión, hay que hablar de sus principales promotores: Manuel Gual y José María España.
Gual eran un comerciante y hacendado del Valle de Caracas, que su había cultivado con las ideas liberales europeas. Pertenecía a las sociedades secretas de Caracas, no la masonería, sino grupos que se reunían en secreto para hablar sobre filosofía e ideas políticas. Se dice que dominaba el francés y el inglés, y tocaba con experticia el violín. Al parecer había consenso de que Gual sería el presidente de la nueva República y su liderazgo no parecía tener discusión.
José María España vivió en Francia, hablaba también inglés y francés, así como tenía los mismos intereses intelectuales de Gual. Fue contactado por Picornell y los otros condenados de San Blas.
¿Qué pretendían? Formar un Estado republicano entre las provincias de Caracas, Maracaibo, Cumaná (o Nueva Andalucía) y Guayana. Tendrían una bandera blanca, azul, amarillo y rojo, que representaría a cada una de las castas de la provincia. Planeaban suprimir los estancos y monopolios; decretar el comercio libre donde «los vendedores extranjeros» serían pagados con productos del «suelo venezolano». A esto se sumó el ideal de igualdad, donde todas las castas se verían como iguales ante Dios; abolición de la esclavitud y el tributo de los nativos. Todos los ciudadanos de la nueva República deberían saber usar las armas y se implementarían los Derechos del hombre como parte del código del nuevo Estado.
Para desgracia de los conspiradores, aquella empresa terminó descubierta por la «imprudencia de un necio», llamado José Monasterio Rico, según palabra escrita de Gual a Miranda.
Bajo el manto de Guevara y Vasconcelos
El Capitán General Carbonell fue quien informó al Virrey el desmantelamiento de la rebelión, efectuado entre el 12 y 13 de julio 1797. Entre los capturados había españoles peninsulares, pardos y criollos. Manuel Gual y José María España lograron escapar y fueron recibidos en Curazao por Manuel y Felipe Piar.
Aunque la influencia liberal había ingresado en las casas americanas, muchos mantuanos reprocharon el hecho. La movilización que realizó la Capitanía para la captura y juicio de los conspiradores intimidó a más de uno. Mas Carbonell, bajo órdenes de Carlos IV, evitó el derramamiento de más sangre y perdonó a muchos de los involucrados.
Es para el año 1799, al enfermarse Carbonell, que asume como Capitán General Manuel Guevara y Vasconcelos, quien iniciaría una feroz política de persecución que pondría a más de 60 hombres bajo su justicia. Por otro lado, José María España siguió conspirando y luego de pasar por Trinidad, volvió a Venezuela. Se conoce que por visitas periódicas a su esposa, que se encontraba embarazada, fue descubierto; lo delató el esclavo Rafael España, luego de múltiples torturas.
El nuevo Capitán General fue más enérgico y menos piadoso, no pasó mucho tiempo cuando capturaron a España y apresado, fue sentenciado a la pena capital. Lo humillaron públicamente, llevado a rastras amarrado de la cola de un caballo y ahorcado en la Plaza Mayor. Fue decapitado y descuartizado. Su cabeza fue bañada en aceite y puesta en una jaula en la Puerta de Caracas. Sus partes fueron colocadas en los lugares donde se reunía a conspirar.
Manuel Gual, se mantuvo activo hasta que murió, posiblemente envenenado.
Colaboración de:
G.J.Jiménez
Fuentes
Parra Pérez, Caracciolo. Historia de la Primera República de Venezuela. Michelena, Carmen. Luces revolucionarias: de la rebelión de Madrid (1795) a la rebelión de La Guaira (1797)