Hace casi quinientos años, en el año 1530, Nueva Toledo —hoy Cumaná— presenció un evento que conmocionaría a quienes habían llegado desde Europa en busca de nuevos horizontes y riquezas. Lo que hoy conocemos como Cumaná, fue el escenario del terremoto más antiguo registrados en la historia de América después de la llegada de los españoles.
El Acontecimiento Telúrico
El 21 de septiembre de 1530, a las 10:00 de la mañana, Nueva Toledo comenzó a temblar. Este terremoto, que ha sido estimado con una magnitud de entre 7.1 y 7.3 en la escala de Richter, se hizo sentir de manera devastadora en la región. El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, describió cómo la tierra se abrió en numerosos lugares, liberando un agua oscura y maloliente que recordaba a la tinta y el azufre—petróleo—. Además de los temblores, un tsunami acompañó al terremoto, asombrando tanto a los españoles como a los habitantes indígenas locales.
Destrucción y Consecuencias
El terremoto de Cumaná no solo sacudió el suelo, sino también la estructura política y económica de la región. La fortaleza construida por Jácome de Castejón en 1523, en la desembocadura del río Manzanares, fue completamente destruida. Este sismo dejó a la isla de Cubagua en una situación precaria, ya que dependía de Cumaná para su suministro de agua. En contraste, Nueva Cádiz, una ciudad mejor construida y más influyente que Nueva Toledo debido a la extracción de perlas, resistió con menos daños.
Uno de los fenómenos curiosos que se observaron durante este terremoto fue la aparición de petróleo. Testigos presenciales reportaron la presencia de pozos que arrojaban un líquido oscuro con un olor a azufre. Este acontecimiento inusual revela la compleja geología de la región y plantea interrogantes sobre la relación entre los movimientos telúricos y los recursos naturales subterráneos.
Según lo escrito por Arístides Rojas en «Orígenes venezolanos» las fuentes termales del golfo de Cariaco, tienen «probablemente su origen en esta convulsión, la primera que registra la historia de la semiología, en la tierra venezolana».
La Transformación del Paisaje
Además de la destrucción en tierra firme, el terremoto de Cumaná dejó su marca en el paisaje. La sierra del golfo de Cariaco, o la Península de Araya, sufrió un hundimiento que fue registrado por varios cronistas de la época. Fray Bartolomé de las Casas, uno de los observadores más notables de ese tiempo, escribió sobre cómo la sierra se abrió, creando una gran abertura.
Este terremoto, aunque poco conocido en comparación con otros eventos sísmicos a lo largo de la historia, desencadenó una serie de cambios significativos en la región. La pérdida de la fortaleza de Cumaná y la transformación del paisaje natural son recordatorios de la frágil relación entre la humanidad y la fuerza impredecible de la naturaleza en la historia de América.
En el año 2023, conmemoramos quinientos años del terremoto de Cumaná, a pesar de su antigüedad, sigue siendo relevante en la narrativa de la América colonial y en la comprensión de cómo la tierra que pisamos puede sacudirse y transformarse en un abrir y cerrar de ojos.