«Atada al mar Andrómeda lloraba los nácares abriéndose al rocío
que en sus conchas cuajado el cristal frío en cándidos aljófares trocaba»
Lope de Vega
Cubagua y Margarita fueron centros de atención de muchos aventureros que iban tras las perlas, codiciadas en el viejo mundo. Los aborígenes, hábiles buzos, eran usados para extraer el tesoro de las profundidades. En ocasiones corrían con la mala fortuna y un tiburón se encargaba de teñir de sangre nativa el agua. Aquella fama atrajo a muchos españoles y es posible que sea la razón que entusiasmó a Lopillo, hijo de Lope de Vega.
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La tragedia del padre
«…pedí favor al llanto, porque hay penas, que matan vidas de no ser lloradas» Lope de Vega
La vida de Lope de Vega debió estar llena de frustraciones. Todas las mujeres que amó murieron. Se cuenta en solo cuatro de sus amores —dos por matrimonio— llegó a tener unos catorce hijos. Fue desterrado de la corte entre el 1588 y el 1595 por sus escritos contra Elena Osorio. En el 1595 es indultado pero al año siguiente es procesado por amancebamiento con Antonia de Trillo —vivía con ella sin estar casados—.
A pesar de todo eso, el genial escritor exploró cada uno de los géneros de la época y sus letras siguen plasmadas en múltiples ediciones. Tras la muerte de su último hijo, escribe una obra en su honor y recuerdo, imaginando su pérdida en el Nuevo mundo. Su vida quedó despedazada y antes de bajar el telón de su tiempo, muere Antonia Clara, «su ojito derecho». Ha quedado el hombre bajo las sombras de sus últimos días.
Tarde, cuando el dolor no podía ser mayor, llega la noticia de la pérdida de Lopillo, ahogado meses atrás, sin lograr su destino.
La muerte de Lopillo
«¡Oh perezoza muerte!
contraria del estilo sucesivo
de la Naturaleza,
pues para más rigor de tu fiereza
lo que debe morir perdonas vivo,
pues muere quien tan tierna edad vivía…» Lope de Vega
Lope Félix del Carpio y Luján es el último hijo de Lope de Vega. El joven aventurero se embarcó con destino al Nuevo Mundo, donde espera encontrar los grandes tesoros de aquel lugar desconocido. Heredó de su padre lo aventurero, pero en la pluma no logró cosechar éxito alguno. Alzó las armas desde muy pequeño y luchó contra moros y piratas. En esta descripción no sería extraña la decisión de viajar a la tierra que descubriera Colón.
En aquel trayecto, llegando a las costas neoespartanas una nube negra cubrió a los viajeros. La tempestad cayó y lanzó las naves de un lado a otro. El mar destruía las embarcaciones con cada impacto y arrastraban a los hombres a sus profundidades. Entre aquellos aventureros estaba un joven de apenas 27 años, que ya soñaba con alcanzar sus deseos, cuando fue arrebatado de la tierra.
De este suceso, Lope de Vega escribirá una égloga donde explayará su dolor de haber perdido a su último hijo, a su «Felicio» en aquella «Arabia Margarita».
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