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La historia que esconde San Mateo es una de las que más resuenan en nuestra historia por su belleza, llamada por el escritor Juan Vicente Camacho, «Una página de Homero». No es para menos, porque en ella está el espíritu patriota de aquella República que aún no nacía. Muchas son las distancias que nos separan de Nueva Granada, a pesar de las similitudes, pero si hay algún héroe del vecino país que deba ser nombrado por la eternidad, este es Ricaurte. Según lo emitido por Delacroix en el Diario de Bucaramanga, aquella leyenda no era más que un invento del Libertador para subir la moral patriota, pero según los registros de Morales, puede que parte de esa historia no esté tan alejada de la realidad; no sería de extrañar que Delacroix haya distorsionado los hechos, pero esa clase de juicios, sin pruebas que los respalden sería una irresponsabilidad histórica.
En este pequeño relato, nos concentraremos en la leyenda, no en el análisis del hecho histórico y su veracidad. Es esa leyenda la que puede inspirar a nuestras generaciones, permitiendo soñar a las mentes más jóvenes, superando en gloria y belleza, a cualquiera de las cantadas en el viejo mundo.
El encuentro de dos almas inmortales
El Libertador camina mirando entre los hombres buscando quien pueda ser capaz de hacer frente en la casa de San Mateo. Campo Elías estaba mortalmente herido, y no era de su simpatía, Villapol había muerto en la batalla. En su pasar, divisó a un hombre, ya de unos 28 años, que irradiaba un espíritu y una voluntad, firme, incluso en aquella adversidad.
—¿Quién es usted?— preguntó imponente el Libertador—.
—Teniente Coronel Antonio Ricaurte— contexto el hombre, firme, mostrando su respeto por el Libertador.
— Su acento lo pone en evidencia, ¿neogranadino?
— ¡Vengo con Girardot, señor!
—Eso me basta para saber que es usted valiente.
El Libertador, General en jefe de los ejércitos de Venezuela, cavila sobre el joven neogranadino. Luego unos minutos le dice:
—Acabo de mandar a situar el parque en la casa de habitación de la hacienda y vuestra merced lo defenderá.
—Si vuestra excelencia me concede ese gran honor, que así sea ¿Cuáles son las órdenes?
—Debe defender el puesto hasta morir.
—Entonces procuraré hacerme digno de la confianza de vuestra excelencia.
Hacia la batalla
Ricaurte dirigía el parque del ejército en la hacienda de los Bolívar con 50 hombres bajo su mando , mientras Manuel Cedeño había sido enviado en la montaña para cumplir las órdenes del Libertador. El plan consistía de alcanzar a Boves en la orilla de Cura donde se decía, estaba vulnerable. Para esa tarea, Cedeño, junto con veinte hombres, era el idóneo entre los hombres con los que contaba para sorprender al Taita.
El plan fue abortado, los hombres de Cedeño se negaron a avanzar al enterarse que Boves estaba prevenido y que, además, los caballos que los transportaba a aquella misión no estaban en condiciones para enfrentar al demonio. Para más colmo, el canario, Francisco Rosete, asediaba Caracas. Esta situación lo lleva a debilitar su tropa, enviando a 500 hombres para defender Caracas. El 11 de marzo los realistas, ya enterados de la debilidad emprendieron los ataques, aunque fueron rechazados, y para el 20, Boves marchaba sobre los patriotas.
Para el 25, a los realistas le escaseaban las municiones así que resolvieron atacar toda la línea republicana simultáneamente, así que para el amanecer los llaneros se bañaban en la sangre patriota, atravesados por sus lanzas. Una columna realista se abría paso, hundiendo la moral de los patriotas, aquel lugar caería en mano del despiadado Boves, representado por Francisco Tomás Morales.
Ricaurte y el ascenso al panteón de los héroes
Ricaurte mira desde la hacienda el terrible panorama, la muerte venía por ellos y se quedaría no solo con sus vidas, también con el futuro de la República. El joven neogranadino al ver que está todo perdido, les dice a los suyos que se retiren. Valeroso se prepara para uno de los actos más gloriosos, digno del espíritu republicano. Espera a que los realistas entren en la casa. Seguro de si mismo, toma la mecha de un cañón y espera a que hayan entrado toda la tropa enemiga. Al encontrarse rodeado cierra la puerta a su espalda y aplica la mecha al depósito de pólvora con su mano izquierda, mientras con su mano derecha sostiene el estandarte de la República.
Un enorme humo sobrepasa los techos de la casa y una enorme explosión resuena en San Mateo, los bloques salen disparados y las hordas de Boves quedan arrasadas por una gran explosión. Ricaurte murió, sacrificando su vida por la República y cumpliendo la orden del Libertador, logrando con ello, su ascenso al panteón de los héroes hispanoamericanos. «Deber antes que vida con llamas escribió» dice el himno de Nueva Granada en honor a Ricaurte y el himno de Aragua «A la patria ofrendó la proeza inmortal de Ricaurte, que en tierra aragüeña su Olimpo encontró”.
G.J.Jiménez
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Fuente
Una página de Homero – Juan Vicente Camacho
Inmolación de Ricaurte ¿mito o realidad?