Funes, la pesadilla del Amazonas
El Gobierno de Juan Vicente Gómez, conocido como el Benemérito, fue muy polémico, teniendo tantos defensores como detractores. Uslar Pietri, hombre de grandes méritos y ahijado del Benemérito, fue uno de sus defensores, veía que era un hombre de su época y que «corona el esfuerzo de reconstruir un país… Juan Vicente Gómez crea el Estado venezolano» también afirmando que los «venezolanos no conocen su historia», apoyado en la deformación que esta ha recibido por quienes han sido los vencedores. Nuestros Padres Fundadores hicieron lo imposible por probar que todo antes de ellos era inferior, así mismo lo hicieron los gobernantes que tuvo Venezuela durante su formación como República. Difícil tarea, la de nosotros, para traer al presente aquellos hechos, comparando entre quienes nos dejaron sus registros. Muchos han modificado la historia a conveniencia de su postura con respecto a los hechos, lo que hace difícil discernir y poder tomar lo que parece ser objetivo. Con todo esto, hemos aprendido a identificar la anacronía, en muchos casos, y las intenciones parcializadas, aunque esto no representa una garantía. Al hablar de Funes, entramos en un espacio complejo, donde el antigomecismo y el gomecismo nos dejan vertientes antagónicas en las que navegar, por lo que se cuenta la historia como nos ha caído en las manos. El soldado bastardo Tomás Funes nació en 1855, en Río Chico, de la unión del General Manuel Guevara y una mestiza de Cupira. Fue conocido despectivamente como «indio» aunque su mezcla de sangre estaba muy lejana a ser de pureza nativa. Se alistó a temprana edad en el ejército para participar en la Revolución Legalista de Joaquín Crespo. Cuando Crespo asume el mando, Funes deseó poder optar a un cargo, pero fue ignorado. Cuando empezó la Revolución Libertadora, no dudó en unirse, para enfrentar al gobierno de Cipriano Castro. La batalla de la Victoria de 1902, donde el mismo Cipriano comandó al ejército vencedor; y la Batalla de Ciudad Bolívar, fueron derrotas significativas para aquella revolución que se vino a pique y llevó a Tomás Funes a la cárcel, en el Castillo de San Carlos de La Barra. Funes logró escapar de la cárcel y se mantuvo alejado, se conoce que en 1908 vivía en Río Negro, pero su condición de vida era muy precaria, por lo que se aventuró al amazonas para aprovechar la fiebre del caucho controlando la explotación del mismo y la del balatá. La masacre de Atabapo Si han leído La Vorágine de José Eustasio Rivera, los hechos a continuación les serán conocidos; la novela se inspiró en ellos. Hay que destacar que la época era una muy diferente, la nación aún estaba en proceso de unificación. Venezuela no es como la conocemos ahora, esa transformación estaba en proceso. Veníamos de una llamada federación donde las regiones no se consideraban parte del todo nacional. El proceso de Castro y Gómez fue determinante para consolidar, como en la cita de don Uslar, el Estado venezolano. El Territorio Federal de Amazonas se encontraba muy alejado de la realidad del centro del país. En aquel territorio era común el tránsito de neogranadinos y brasileros. Roberto Pulido era quien administraba el territorio y había establecido un control rígido sobre el comercio del caucho, lo que originó malestar en Funes. El castizo Funes reunió personas con la denuncia dirigida hacia Pulido de sacar provecho de la renta pública y de la riqueza de la región, lo que permitió que agrupara a personas que se veían afectadas por el control que se ejercía. El 8 de mayo de 1913, Pulido descansaba de un viaje que había realizado a San Carlos de Río negro. Las sombras cayeron sobre la gobernación con Tomás Funes a la cabeza, guiados por una lámpara. Roberto Pulido, al darse cuenta de lo que ocurría, sacó su rifle Winchester y disparó al azar, pero estaba perdido, Funes tenía 300 a su mando y él había licenciado a su gente. Un tiro dio en el estómago del Gobernador, y luego, Balbino Ruiz le dio un machetazo en la nuca. La esposa de Pulido fue violada y luego asesinada, así como hubo varios decapitados. Gómez y Funes Tomás Funes sabía que la iba a tener difícil si no conseguía la aceptación del Benemérito. Decidió enviar una carta a Juan Vicente Gómez para que aprobara su gobierno. El Benemérito, astuto, no respondió, pero tampoco tomó represalias, así que Funes insistió: el Gobierno neogranadino le había propuesta ratificarlo si se adhería a Colombia, propuesta que iracundo rechazó y escribió de nuevo al Benemérito, esta vez para avisar de lo ocurrido. El General Gómez decidió enviar a Abelardo Gorrochotegui para que asuma el gobierno de la región, pero al ver el poder que tenía Funes sobre la zona decidió regresarse. Era poco inusual que el Benemérito hiciera caso omiso sobre Funes, pero se dice que este vio una utilidad en él, pues azotaba la frontera con Nueva Granada. Así inició el terror de 8 años de Funes sobre Atabapo y la región amazónica. La caída de Funes El general Emilio Arévalo Cedeño remontó el Orinoco junto con un grupo pequeño de expedición. Viajó en sigilo, lo que permitió interceptar la mercancía de caucho y balatá. Poco a poco lograron sitiar a Funes y luego de penetrar el Tití, sorprendieron al déspota. La batalla no fue para menos, Funes se defendió hasta donde pudo, pero le iban a incendiar y se entregó. Ofreció dinero en abundancia a Arévalo para que le diera la libertad, pero este lo rechazó. A primera hora del 30 de enero de 1921, un pelotón conformado por varios hijos de las víctimas se presentó. A las 9 de la mañana fue fusilado Tomás Funes, junto a su oficial de confianza, Luciano López; el Indio Funes había muerto. Tras su paso de 8 años murieron 420 personas, sin contar indígenas y negros. Fuentes: De Armas Chitty, el farol, 1969. Carlos Emilio Fernández, Hombres y sucesos de mi tierra.