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El señor de los refranes, Santos Erminy Arismendi.

Si quieres recibir nuestros artículos más recientes suscríbete aquí El origen etimológico de algunos refranes populares puede ser rastreable, mas muchos fueron creados gracias a la creatividad criolla.  Los refranes son utilizados constantemente como complemento lingüístico en nuestra vida diaria, logrando recopilar un gran número de ellos. Si algo caracteriza a el venezolano es que «vuela con todo y jaula» y pese a la situación, nunca pierde las esperanzas pues «al mal tiempo, buena cara». El primero que se interesa en recopilar esta costumbre nacional fue; el escritor y profesor Santos Erminy Arismendi, que nace en Carúpano, estado Sucre el 15 de agosto de 1896. Se residencia en Caracas pasando gran parte de su vida en la primera avenida de Las Delicias que actualmente lleva su nombre. El señor de los refranes. Formación: Erminy obtuvo doctorados en universidades de Venezuela y México y en el Instituto de Estudios Superiores de Roma, Italia; se destacó por ser un prolífico escritor en temas relacionados con la historia y las tradiciones de Venezuela. Poseedor de un gran conocimiento sobre el tema, Santos Erminy escribió en 1950 refranes que se oyen y dicen en Venezuela, libro en el que se explica el significado de estos dichos populares, frecuentemente usados por gran parte de los criollos, ya que, para la época, la picardía y la sabiduría popular eran parte importante del habla cotidiana. Otras obras publicadas por Santos Erminy Arismendi fueron: Por entre pueblos e indios, Arismendi y la Guerra a Muerte y Huellas folklóricas: tradiciones, leyendas, brujería y supersticiones. Además de escritor, fue miembro fundador de la Asociación Venezolana de Escritores, de la Asociación Venezolana de Periodistas, de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela, entre otros. Perteneció a importantes organizaciones dentro y fuera de nuestras fronteras, como la Academia Nacional de la Historia, la Fundación Venezolana para el Avance de la Ciencia, la Sociedad de Geografía e Historia de París, el Centro del Folklore de Brasil y asociaciones dedicadas a labores humanitarias convirtiéndolo en una persona de reconocida reputación no solo en su comunidad, sino a nivel nacional e internacional. Oscar Yanes en su libro: Del Trocadero al Pasapoga, historia de mujeres buenas (1993) revive a Santos Erminy Arismendi en su ocupación de profesor en la Universidad Central de Venezuela, dictando clases de «costumbres nacionales» a los inmigrantes… «aquello se armó en una gran galleta, cuando comenzaron a explicarle a los inmigrantes el significado de los refranes»: Los italianos se reían mucho cuando les explicaron que «Zamuro no come hueso, porque no tiene serrucho», «A muerto no le faltan velas, ni a borracho aguardiente», «Aguanta más resuello que un buzo», «Quedó pidiendo caldo en totuma», «Sáqueme de su maleta, porque no viajo». La clase aplaudió a un joven portugués, porque fue el único que explicó el significado correcto de «Cuando San Juan agache el dedo» «—Yo soy sastre -habló el portugués— y me habían dicho que en San Juan de los Morros podía conseguir trabajo. Me fui allá, pero, que va, durante todo un día recorrí la ciudad y no encontré nada. Hambriento, cansado y decepcionado, me senté en la tardecita en una plaza y me puse a conversar con un señor, quien al conocer mis intenciones me dijo: «Mire joven, mejor es que se vaya para Caracas, porque usted aquí trabajará como sastre cuando San Juan agache el dedo». Yo me quedé en la luna y él me mostró la estatua gigante del santo, con el dedo parado. «Nunca San Juan bajará el dedo ¿verdad? -dijo-. Pues bien, usted aquí nunca cortará un traje a nadie, porque en San Juan sobran los sastres»» Scotto cuenta que gozó un puyero explicándole a una señora francesa el significado de «Menéalo, que se empelota». Los españoles se morían de la risa con aquello de «Muy chico el pájaro, para tener tan grande el nido», por lo que Santos Erminy se vio obligado a llamar al orden, advirtiendo que, cuidado con «Meterse a brujo, sin conocer las yerbas». La cita es un ejemplo acertado del contraste entre dos culturas antagónicas; si bien el europeo asimila “elementos criollos” el venezolano también toma como suyos elementos europeos, “venezolanizándolos” en la jerga popular. Las expresiones más utilizadas son muestra de ello: Chamo: una palabra que nos distingue en muchos países de Latinoamérica. Viene de “Chum” que en inglés significa amigo o camarada. Corotos: el expresidente Antonio Guzmán Blanco tenía una gran colección de cuadros del artista francés Jean Baptiste Corot.  Cada vez que tenía que cambiar de residencia le pedía a los empleados y personas de la servidumbre “¡Cuidado con los Corots! Para que tuvieran precaución al embalar y trasladar los cuadros. Luego estos empleados fueron generalizando la palabra a todos los objetos de la casa. Cotufas: es nuestro popcorn o palomitas de maíz, y como ha sucedido con otras palabras derivadas de inscripciones en inglés, viene de los sacos con granos de maíz que tenían la inscripción “Corn to fry”. Echar un Camarón: en las excavaciones petroleras, los capataces gringos de vez en cuando querían echar una siesta. Pero para no ser vistos por los obreros venezolanos se excusaban diciendo “I come around” (Ya vuelvo). Esta frase al venezolanizarse quedó como camarón para definir el sueñito que se echa en medio de una jornada. Guachimán: vigilante o sereno. Viene del inglés venezolanizado Watchman. Los Macundales: las transnacionales que venían a explotar el petróleo en nuestro país generalmente utilizaban herramientas de la marca “Mack and Dale”. Cuando culminaba el día de trabajo, los obreros tenían que “recoger los macundales” haciendo referencia a dichas herramientas de trabajo. Hoy en día esa palabra también se refiere a objetos o cosas. Mamarracho:  una persona generalmente mal vestida o extravagante, y proviene del árabe muharrig, que significa bufón o payaso. Musiú: lo usamos para referirnos a un extranjero o alguien con apariencia de forastero. Viene del vocablo francés “Monsieur” que significa “Señor”. Muérgano: proviene del siglo XIX. Cuando el pirata inglés Morgan y sus compañeros los “Moranger” invadieron Maracaibo, realizando saqueos y crímenes por donde pasaban. La palabra