Fanny, amor eterno del Libertador.
Cuando se piensa sobre la vida amorosa del Libertador, suele ser común que el primer nombre que se hile sea el de Manuelita Saenz, seguido por Pepita Machado, pero rara vez se nombra o se habla de Fanny Du Villars. Pasa que cuando nos introducimos más en este episodio de la historia del Libertador terminamos en una inevitable ucronía ¿Qué sería del Libertador si no hubiese conocido a Fanny? Esta mujer representa uno de los elementos determinantes entre el hombre entregado al placer ante el dolor de la pérdida y aquel que alcanzó la máxima gloria del siglo XIX. Regreso a Europa Tras la dolorosa pérdida que significó la muerte de su esposa, María Teresa del Toro, viaja el joven Simón a España donde se encuentra con su suegro, Bernardo Rodríguez del Toro, para entregarle las pertenencias de su única hija. El futuro Libertador se encontraba en Madrid, ignorante de su futuro y aturdido por el presente. Desconsolado como estaba tuvo que enfrentar, al poco tiempo, otra situación inesperada: debía salir de España inmediatamente. Por decreto de la Corona, “…a todas las personas forasteras y extranjeras de cualquier estado y condición que fuesen, si no tenían domicilio verdadero de precisa residencia” tenían que irse de la ciudad por el peligro de hambruna debido a una fuerte escasez de trigo y víveres. Simón Bolívar, huérfano y viudo, viaja a Francia para terminar hospedado en París, lugar donde se están dando los cambios más importantes de la época. En aquella París, Simón se entrega a los placeres y el azar; derrocha el dinero en el juego, paga 500 francos mensuales en el Hotel de los Extranjeros provistos de caballeriza, se dice que llega a gastar hasta 100 mil francos en una noche. Vive de los placeres para dejar atrás los recuerdos hasta que sus días se ven interrumpidos por su antiguo maestros, Simón Rodríguez, quien lo alienta a dejar aquella clase de vida. Este cambio lo lleva matricularse en la Escuela Politécnica, y en la Normal Superior como pasante, y dar con el salón Du Villars. Louise Jeanne Nicole Arnalde Denis de Trobriand (Fanny Du Villars) Fanny, quien nació en Bretaña el 29 de junio de 1775, se casó a los 16 años con el Conde Du Villars con el que tuvo tres hijos. Algunos historiadores dicen que Simón la conoció en Bilbao, otros que fue en París, aunque sea cual sea la verdad, fue en el último donde se fraguó aquel romance. Hay que tomar en cuenta que, además, existe una discusión sobre el parentesco entre el Libertador y Fanny, sobre el cual no existe acuerdo; era común que la llamaran como su prima, pero el origen del parentesco no ha sido aclarado, donde algunos afirman que era una Aristeguieta, hasta decir que era una de las 7 musas caraqueñas; tantas variantes dejan abierto el misterio sobre este particular. Fanny se caracterizaba por tener un cutis de porcelana, una elegancia inusual, cabello negro, ojos azules con fina cejas y senos firmes, su belleza era indudable. Aquellas cualidades debieron llamar la atención del joven Simón, lo que hizo que empezara a visitarla constantemente, enviarle cartas y hasta alquilar un palco en el teatro para ellos. Esto para el Conde y Coronel Du Villars, pasaba sin cuidado, hacía poco caso de las aventuras sociales de su esposa. Fanny fue fundamental para que se profundizara el cambio en Bolívar, la unión y pasión de ellos le permitió mejorar su francés, dedicar más tiempo a sus estudios y alejarse, en lo posible del juego; se dice que en más de una vez, Fanny tuvo que pagar con los fracasos de su vicio. Es conocido, también, que el joven Simón era bastante dado a las discusiones y retos, lo que llevaron a ciertos roces con Eugène de Beauharnais, quien fuera un hijo adoptivo de Napoleón, Príncipe de Francia, entre otros títulos. En estos casos tuvo que intervenir Fanny para que no pasara a mayores, sobre todo en el último, donde ella era el objeto del inconveniente, Beauharnais había estado cotejando a Fanny por lo que Bolívar decidió retarlo a un duelo; por obra de su amada, este duelo no ocurrió. Libertador o nada Aquel idilio apasionado que solo los grandes literatos hubiesen podido medir con palabras su magnitud y ardor, fue apagándose en el corazón del joven Simón. Otro llama, una imperecedera, había cobrado fuerza llevando sus ojos al horizonte americano. Nada podía evitar que volviera a su tierra, ni siquiera la belleza embriagadora de Fanny podía hacerlo. Cuando, Simón, decide decirle su decisión de volver, Fanny se derrumba en sollozos y le ruega quedarse, había intentado de todo, trató de generarle celos, de llenarlo de placeres, nada había funcionado y ya estaba resuelto a volver. Simón le entrega un anillo de oro con la fecha grabada del 6 de abril de 1805. Muchas cartas salieron desde entonces dirigidas al Libertador por la bella Fanny, pero la respuestas del máximo hombre de América fueron más que escasas. Un dato curioso es sobre uno de los hijos de Fanny, de quien ha quedado la duda de pertenecer al Libertador a pesar de su supuesta esterilidad; polémica afirmación que no ha sido confirmada hasta hoy. El Libertador fue un hombre de grandes pasiones y si hubiese que hablar de un verdadero amor en su vida, sería errar en el intento. Mejor sería tomar a aquellos amores como un símbolo de una época de su vida, y si hubiese que medirlos entre ellos, sería el de Fanny el más feliz, tranquilo y nostálgico. ¿Quién sería el Libertador si no fuese por Louise Jeanne Nicole Arnalde Denis de Trobriand? ¿Qué sería de nuestra Nación si este no hubiese pisado Francia? Fuentes Dávila-Pesta Vergara, Jorge. Pasión en París. Marcano, Alecia. El verdadero amor del Libertador Blanco Fombona, Rufino. Mocedades de Bolívar.