Del Tapial español al Bahareque del Nuevo Mundo
Las tapias o tapial, son uno de los sistemas más antiguos de para la construcción de muros. En Asiria y Cártago, antes de cristo, se encontraron murallas con prisma de arcilla apisonada y secada al sol. Cuando el dominio de Roma estaba sobre España, desde antes de Cristo hasta el 418 d.C., en la provincia de Gerona, aún se veían construcciones de tapial, levantadas sobre zócalos de piedra. También se puede ver esta construcción en la villa visigoda o en la Alhambra de Granada, al norte de áfrica y al sur de Europa. Su etimología Se dice que la palabra viene de Tepe (del latín teppa), una palabra castellana que significa «pedazo de tierra cubierta de césped, con las raíces muy trabadas, y que cortado prismáticamente se emplea para hacer paredes y malecones». Los caraqueños llamaban cospe y lo usaban para los jardines. La palabra Tapia parece derivar de tepe, significando «Cada uno de los trozos de pared que se hacen de una sola vez con tierra amasada y apisonada en un encofrado», y también, «tierra amasada y apisonada con la que se hace una tapia». En el último caso, tenemos el tapial que es un «encofrado de dos tableros paralelos con los que se construyen las tapias«. Al modo venezolano Según lo que nos legaron don Juan Pimentel y José Oviedo y Baños, las casas de Caracas, para entonces, eran en su mayoría de tapia. Para 1870 aún era común ver como, gracias a la corriente del río Guaire, ver como traían los troncos para construir las paredes de muchas de las casas de Caracas, la antigua. También, los hacheros, traían maderos de las faldas del Ávila. La región andina es una de las que tuvo más construcciones de tapia, aunque también fueron usuales en la zona central. La forma andina era generalmente construida sobre cepas de piedra, sobresalientes de la superficie del suelo, y que alcanza una profundidad de tres cuartos de metro; evitando que la humedad suba y dañe los muros. Para el mortero se usan toda clase de tierra que se apelmazan, pero sacando la arcilla pura y la arenisca. En la zona central, tenía su variante, eran secciones de muro hecho de piedra que se intercalaban con tapia para asegurar resistencia y duración. El Nuevo Mundo siempre tuvo complicaciones con respecto a los recursos y avances que se le daban, por lo que se generó una versión más económica del tapial, el bahareque. Este consiste en una doble valla de cañas horizontales y sujetas de un lado a otro de los pilares u horcones clavados a tierra. Por dentro van rellenas de barro mezclado con paja y al final, luego de secar, ambos muros son embarrados, para ser pintado o encalado. Este tipo de construcciones las podremos ver en los maquiritares, los tamanacos y en la Guajira. Algunas curiosidades es que estas construcciones son parecidas a las barracas valencianas, y en el caso de las andinas, hay gran parecido a las utilizadas en el Monte Atlas, las de origen árabe. Fuente Revisar la obra de Lisandro Alvarado, la de Oviedo y Baños y la del padre Filippo Salvatore Gilij.