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La revolución de Coro o la rebelión de Colina y Pulido

«La revolución de Coro» o la «Colinada» fue un alzamiento en contra del gobierno de Guzmán Blanco, durante el mes de octubre de 1874 y febrero de 1875, por parte de los generales León Colina, en Coro, y José Ignacio Pulido en el Oriente de la República. Entonces, Guzmán Blanco, quien se encontraba débil de salud, se lanzó a enfrentar la sublevación. Pulido y Colina «La Revolución tiene en Occidente un Ejército sin general y en Oriente un general sin Ejército» Guzmán Blanco imitando a Julio Cesar. En primera instancia, Guzmán tenía la insurrección de Colina que había su Jefe del Estado Mayor y había participado en el Consejo de Guerra contra Matías Salazar, en 1972. Para ese momento era el Presidente del Estado Falcón. Colina, a partir del año 1973, inicia un movimiento en contra de Guzmán acusándolo de tener una autoridad «atentatoria, tiránica y usurpada». Usaron como bandera de lucha, volver a la constitución de 1864. La Asamblea Legistaltiva del estado Falcón realizó una acta-manifiesto donde denunciaban los agravios cometidos por Guzmán Blanco contra la República. En ellos, se hacían notar la prisión del general Eduardo Ortega y el diputado y Gral. Santos Carrera, la residencia forzosa al senador de Barquisimeto Fernando Adames y al diputado de Portuguesa Luis Felipe Orá. También se rechazaban las amenazas de una posible invasión d e Coro por parte de Guzmán si fuesen electos Pulgar o Pachano como presidentes del Estado.  Por otro lado tenía a José Ignacio Pulido, el cual era un general de gran preparación y experiencia, pero que no estaba preparado para sostener la insurrección. Pulido era parte del guzmancismo, había ocupado la Inspectoría General del Ejército y dirigió el movimiento insurrecto en Oriente.  Al ataque Guzmán sufría males digestivos y mucha tos, acababa de pasar un quebranto. A pesar de todo, se puso al frente de la operación al tomar el mando del ejército, con 18.000 hombres bajo sus órdenes. Atacaría a Colina por mar desde Puerto Cabello, y por tierra desde Barquisimeto hacia Coro, gracias a su centro de operaciones creado en el eje Puerto Cabello-Valencia. Nombró al general Víctor Rodríguez jefe de la expedición de Oriente y Diego Bautista Urbaneja comisionado especial. En el Zulia, envió al ministro Jacinto Gutierrez.  Al llegar a Barquisimeto, la población lo recibió con gran aprecio. La lucha fue desproporcionada, Guzmán usó una fuerza inusual, posiblemente con la intención de disuadir cualquier otra insurrección futura. El 27 de noviembre se enfrentó al general Colina en Barquisimeto, y lo hizo retirarse a Coro. Cerca de Urica, en el Cacao, las fuerzas guzmancistas derrotaron y detuvieron a Pulido con todo su Estado Mayor.  Colina, al ver que no tenía fuerzas, pactó una capitulación el 3 de febrero de 1875, con el Gral. Miguel Gil, jefe del Gran Estado Mayor. Guzmán le perdonó la vida, a diferencia de lo ocurrido con Matías Salazar, por considerar que fusilarlo lo haría ver como «cruel y sanguinario», además que con aquella victoria, su poder quedaba más afianzado. Esta revolución no hizo más que mostrar el control que tenía Guzmán sobre los caudillos. Aquella operación para enfrentar a la revolución, según la declaración al Congreso, le costó a la nación 1.138.080,9 venezolanos, que era la moneda para entonces.  Un golpe al espíritu «Yo no puedo más; mi espíritu y mi naturaleza están postrados… estoy aburrido de esta vida para la cual no tengo ya ni espíritu ni salud… Qué destino el mío no tener un día de tranquilidad…» Guzmán Blanco a Ana Teresa. A pesar de la gran victoria, el Ilustre Americano se encontraba bastante afectado. Muchas veces se le ha juzgado como megalómano, pero las cartas que se intercambiaba con su familia, principalmente su esposa, evidenciaban un cansancio y fuerte deseo de separarse de la política del país. Como la historia lo ha demostrado, el deseo y la acción suelen andar por distintos caminos en la vida de los hombres.  Durante aquellos días, sus hijos pasaban difíciles situaciones de salud, dos enfermaron y esto le causó a Guzmán un derrame de Bilis.  Fuente Polanco Alcántara. Guzmán Blanco.  Página 263. Venezuela Tuya G.J.Jiménez

José Ramón Yepes el Cisne del Lago

«Sereno paisaje zuliano, con su cielo de porcelana y su lago sin brumas» Del mar a las letras El 9 de diciembre de 1822, nace José Ramón Yepes, en Maracaibo, quien sería años después, uno de los hombres de letras de nuestra Venezuela. Aunque de niño estudió en el colegio de don Feliciano Montenegro y Colón, donde tuvo una fuerte formación ciudadana y de cultura literaria, es curioso que al crecer no se iría por la rama de humanidades sino que realizó, a partir del año 1837, estudios de matemáticas en su ciudad natal. El 1 de diciembre de 1840 ingresó a la Marina embarcándose en la goleta de guerra «28 de Diciembre» e iniciaría sus estudios en la Escuela Naval de Maracaibo, hasta alcanzar el grado máximo de contralmirante. En 1864, el Mariscal Falcón lo ascendería a general de brigada. Su tiempo y su experiencia lo llevaron a llevar acabo acciones de guerra siendo jefe de escuadra. Llegó a batallar contra José Tadeo Monagas y a vivir en el exilio. Entre sus intervenciones militares destacadas estuvieron: El combate naval del puerto de Capana (1848). Participación como comandante de la goleta Intrépida en el paso de la Barra de Maracaibo. Comandante del bergantín Presidente y del vapor de guerra General Jackson. Comandante del apostadero. Capitán del puerto de Maracaibo en tres ocasiones (1850, 1858 y 1873). Director de marina en el Ministerio de Guerra y Marina (1874 y 1877), ocupando la cartera como ministro de Guerra y Marina, por 21 meses, en ausencia del titular, el general José Gregorio Varela. En su tiempo de ocio, entre mar y cielo, pudo dedicarse a los estudios humanísticos, adentrándose en el mundo de los grafemas. Dos historias de una tragedia No solo fue un militar de gran trayectoria, también tuvo actividad política, como diputado del Congreso Nacional y Senador, Ministro de Guerra y Marina, hasta encargado del Ministerio de Relaciones Exteriores. Sin embargo, hubo un rasgo que lo distinguió y fue su preocupación por la educación, elemento común en muchos venezolanos que han querido algo trascendental para Venezuela. En el año 1878 se retira de la vida pública y funda un Instituto de Enseñanza en Maracaibo, su ciudad natal. Fue director del instituto hasta la trágica noche del 22 de agosto de 1881, donde aún no se sabe cómo llegaría ahogarse aquel que más de una vez navegó sobre las aguas. La primera historia nos la cuenta Felipe Tejera, y dice que el contralmirante, mientras trabajaba en una poesía para el centenario de don Andrés Bello, decidió interrumpir su tarea para despejar la mente paseando por la orilla del Coquivacoa o lago de Maracaibo. Distraído, no divisó que había llegado al final del muelle y cayó, recibiendo un duro golpe que le impediría evitar ahogarse. Otra historia, dice que aquel 22 de agosto, Yepes naufragó de una barca en el lago y en aquel terrible accidente, coincidiendo con el destino narrado por Tejera, se ahogó. En 1949 su cuerpo fue trasladadado al Panteón Nacional.  En su honor fueron realizados dos bustos en la ciudad de Maracaibo, uno en la plaza homónima y otro en el Parque de La Marina. Yepes y su obra póstuma  Fue luego de su muerte, que el marino renació en la poesía, cuando, de forma póstuma, fueron publicadas todas sus obras. Entre los títulos que nos legó están: Poesías completas, Novelas y estudios literarios, Parnaso venezolano y Selección de poemas y leyendas de la Universidad del Zulia. Su prosa era romántica y nativista, inspirada, en gran parte, en su tierra zuliana. Fue conocido por algunos como el «Cisne del lago» y utilizaba en sus escritos el seudónimo de «Guairaratín». Se dice que al morir un cisne levantó en vuelo sobre las aguas del magno Coquivacoa, que según, «era su alma que voló en forma de cisne hacia el cielo». M. de Braganza Fuentes Enciclopedia de Venezuela, Tomo VII, Leyendas, tradiciones y costumbrismos.